Mi amiga y compañera de doctorado, Mónica Peña, ha escrito una polémica columna en su blog del diario La Tercera. Demás está decir que concuerdo con ella. En los lectores sus palabras han sacado muchas, pero MUCHAS, ronchas. (Me divierto leyendo trolls que está vez no vengan dirigidos a mi jejeje) Me imagino que entre la comunidad de educadores en la casa su columna puede ser igualmente polémica toda vez que cuestiona algunas bases del sentido común respecto de ella. Desde la más clásica sociología de Bourdieu, Mónica se pregunta que tan gratuita es la educación en los valores familiares, respondiendo que requiere de capital social y cultural (además de financiero). Por supuesto que los lectores se quedaron con un sólo aspecto de la discusión y casi se la han comido viva, pensando -equivocadamente- que dice que los pobres no pueden educar (En fin, cada uno entiende lo que se le antoja).
Les dejó aquí parte de su columna titulada ¿Es gratis la educación que dan padres a hijos (as)?
La educación que entregan padres y madres a hijos e hijas no es gratuita, entendiendo por ella aquella que no es formal o escolarizada: implica gastos obvios que tenemos que asumir, como alimentación, vestuario, techo, salud. Aunque muchos en Chile no lo crean, hay padres que no pueden asumir estos gastos. Tal vez sean malos padres algunos, pero también hay otros que simplemente están bajo la línea de la pobreza, y a pesar de la insistencia de ciertas políticas públicas que pretenden ir a enseñarles a los pobres cómo se es buen padre, no tener plata no te hace mal padre, como tampoco te hace buen padre el tenerla.
No es gratuita porque la Educación Moral que un padre le inculca a los hijos, por ejemplo, que no robe o que no mienta, surge de la experiencia vital, de los contextos, de la vida cotidiana y no es un insumo gratis de los libros sagrados que algunos pretenden seguir al pie de la letra (de hecho, la misma Biblia debe tener un precio de venta).
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